Otros hijos de puta. A punto estuvieron de bombardear trenes en Barcelona. Por horas nos hemos librado. No importa si llevan txapela, turbante, montera o sombrero de ala ancha. No importa si asesinan por la bandera, por el dios, o por la fiesta nacional. Asesinos, terroristas, eso es lo que son, unos hijos de puta, ya os digo.
La policía ha detenido a un grupo de islamistas de los que tienen el coco comido y están dispuestos a convertirse en hombres-bomba matando todo lo que se menea. A mi me importa un comino que cada cual se masturbe la neurona como le venga en gana, pero que no me obliguen a ver a través de sus ojos, y menos que me maten por no hacerles ni puñetero caso. Si quieren alcanzar un lugar junto al padre todopoderoso que se vayan a un descampado y se rajen a rodajitas finas, muy finas. A ver si tienen huevos.
Lo cierto y verdad es que estamos rodeados de un puñado de locos asesinos que quieren matar, y matan, sin mirar antes a quién. Y no digo yo que prefiera que seleccionen las dianas, pero sí digo que si quieren guerra que la pidan como caballeros, que declaren la guerra en tiempo y forma para que podamos sacar los aviones con misiles y los carros de combate. Como toda la vida. Una guerra como las de antes. Yo guerra no quiero, pero tampoco quiero que me den matarile por la espalda.
